COLOMBIA

 

 

Mapa de la Republica de Colombia.     (Haga Cilck en el recuadro para ir a El Cauca

 

 

Colombia, país de dos mares, de gente buena y trabajadora, de ríos, selvas y montañas.

Colombia es un estado de América del Sur. Limita al Norte con el mar Caribe, al Este con Venezuela, al Sureste con Brasil, al Sur con el Perú y el Ecuador, al Oeste con el océano Pacífico y al Noroeste con Panamá.
 
Relieve
Hidrografía
Clima
Vegetación
Población
Agricultura
Historia
Cultura
 

Geografía Física.

 

Relieve

El relieve de Colombia está dominado por los tres grandes ramales de los Andes que recorren el país de S a N. La cordillera Occidental se inicia en el nudo de los Pastos, cerca del límite con el Ecuador, deja paso a la brecha del río Patía y en su sector septentrional, en el nudo de Paramillo, se divide en tres alineaciones, que desaparecen en la llanura del Caribe. La cordillera Central, separada de la anterior por los valles de los ríos Patía y Cauca, posee las mayores alturas del sistema en los nevados del Huila (5.750 m) y del Ruiz (5.400 m). La cordillera Oriental, que delimita el valle del río Magdalena junto con la Central, se separa de ésta en el Macizo Colombiano y se ensancha para formar el altiplano cundiboyacense, donde se halla la cap.; al N del nudo de Santurbán se bifurca: un ramal penetra en Venezuela y otro se prolonga hasta la península de la Guajira. El hecho de que la cadena de los Andes cruce el territorio colombiano permite distinguir en éste cinco grandes regiones. La región andina (integrada por las tres cordilleras y los dos valles interandinos que las separan), que ocupa casi la tercera parte de la superficie del país, es la más importante: en ella se desarrollan las actividades económicas principales y vive el 80% de la pob. La llanura del Caribe comprende esencialmente tierras bajas y planas (bajo Magdalena, depresión Momposina, valle del Sinú), está accidentada por la masa aislada de la Sierra Nevada de Santa Marta, con las máximas altitudes de Colombia (picos Simón Bolívar y Cristóbal Colón, 5.775 m), y se prolonga hacia el NE en la árida península de la Guajira. La región del Pacífico, entre la cordillera Occidental y el océano, forma una franja cuya mitad N está recorrida por la serranía del Baudó; es una de las áreas más cálidas y húmedas del mundo. El E y el SE del país están ocupados por las regiones de la Orinoquia y la Amazonia, inmensas llanuras recorridas por el Orinoco, el Amazonas y sus afluentes. En estas vastas extensiones, muy poco explotadas, sólo vive el 2% de los colombianos. Costas e islas. La costa atlántica se extiende unos 1.600 km, desde la península de la Guajira hasta el cabo Tiburón. En la Guajira se destacan las bahías Honda y de Portete, y el cabo de la Vela. Desde este punto hasta el cabo de la Aguja, la línea de costa no presenta accidentes notables. Entre Santa Marta y Barranquilla, en la desembocadura del Magdalena, hay ciénagas con barras litorales (como la ciénaga Grande de Santa Marta). La bahía de Cartagena está cerrada por las islas de Tierrabomba y Barú. El golfo de Morrosquillo se abre al S de la punta de San Bernardo y, finalmente, el golfo de Urabá termina en la frontera con Panamá. En los 1.300 km de la costa pacífica hay dos sectores bien diferenciados: al N del cabo Corrientes, el litoral es rocoso y acantilado, a causa de la proximidad de la serranía del Baudó; más hacia el S, la costa es baja y anegadiza, con deltas e islas costeras. Forman parte del territorio colombiano el archipiélago de San Andrés y Providencia, en el Caribe, a 740 km al NO de Cartagena, y las islas de Gorgona y Malpelo, en el Pacífico.

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Hidrografía

Los ríos colombianos se canalizan hacia tres vertientes. La del Pacífico está formada por ríos cortos y caudalosos, que descienden de la cordillera Occidental, como el San Juan, que vierte sus aguas al océano por un vasto delta, y el Patía, que, tras cortar la cordillera Occidental por una profunda garganta, sale a la llanura para desembocar en un delta. En el Caribe desaguan el caudaloso Atrato, el Sinú, que da origen a un fértil valle, y el sistema formado por el Magdalena y su afluente principal, el Cauca. Ambos ríos nacen en el S del país, en el Macizo Colombiano, y después de recorrer los valles interandinos llegan a la llanura, donde el Cauca desagua en el Magdalena abriéndose en brazos y caños; éste vierte sus aguas al mar por medio de un delta. En la llanura del Caribe, los ríos forman numerosas ciénagas. Los cursos fluviales de la vertiente atlántica (cuencas del Orinoco y el Amazonas) son largos y caudalosos; los numerosos raudales que presentan dificultan la navegación. En el Orinoco desembocan el Arauca, Meta, Vichada y Guaviare, y en el Amazonas, el Guainía-Negro, Vaupés, Caquetá y Putumayo.

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Clima

La presencia de las montañas en un país de la zona intertropical influye decisivamente en el clima, cuyas modalidades se escalonan en altitud. Las tierras calientes llegan hasta los 1.000 m; las temperaturas medias superan los 24°C y las precipitaciones son abundantes (costa del Pacífico) o escasas (la Guajira). Las tierras templadas se sitúan entre los 1.000 y los 2.000 m, con temperaturas por encima de los 17°C y precipitaciones abundantes. Las tierras frías van de los 2.000 a los 3.000 m, con temperaturas que oscilan entre los 17 y los 6°C. En los páramos, a más de 3.000 m, hay temperaturas inferiores a los 6°C.

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Vegetación

En las tierras cálidas, la selva predomina en las regiones más lluviosas (costa del Pacífico, Amazonia); la sabana se desarrolla en la Orinoquia, y la vegetación esteparia en la Guajira. En el piso templado crece un bosque higrófilo con gran variedad de especies. Los bosques de pinos, eucaliptos y robles abundan en las tierras frías, y el páramo es el dominio de los pastos duros, hasta el límite inferior de las nieves perpetuas.

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Población

La población colombiana ha crecido con enorme rapidez: 8.700.000 hab. en 1938, 18.000.000 en 1965 y casi 28.000.000 en 1985. Este aumento no se ha debido al aporte inmigratorio, sino al crecimiento natural, que llegó a ser del 3, 7% anual y se mantiene en cifras próximas al 2%, tasa que responde a un índice de natalidad elevado (30%) y a una mortalidad bastante baja (7%). La distribución de la población es muy irregular, con grandes diferencias en la densidad. La población urbana representa el 66% del total; el 30% vive en Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla. Un 11% de la población es analfabeta. Economía.

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Agricultura

A pesar de que las tierras cultivadas sólo ocupan un 5% del territorio, las actividades agropecuarias representan la cuarta parte del producto interior bruto, proporcionan más del 70% de las exportaciones y ocupan a casi la tercera parte de la población activa. Los cultivos se escalonan de acuerdo con sus necesidades ecológicas: en las tierras cálidas se localizan los cultivos de banano, caña de azúcar, algodón, ajonjolí, arroz y palma africana; en las tierras templadas se obtiene el producto más importante, el café, que supone la mitad de las exportaciones y que sitúa a Colombia en el segundo lugar de la producción mundial. En las tierras frías se obtiene papa, trigo y cebada. El maíz se cultiva en todo el territorio. Ganadería. La cría de ganado vacuno en forma extensiva se practica en gran parte del país, en especial en la región del Caribe y los llanos de la Orinoquia. Este sector produce excedentes de carne para la exportación. Minería. Colombia cuenta con más del 40% de las reservas de carbón de América Latina; la producción se basa en la explotación del yacimiento de El Cerrejón (La Guajira). Se obtiene también hierro, níquel, oro, platino, esmeraldas y sal. El petróleo (valle del Magdalena, Norte de Santander, Orinoquia, Putumayo) es el producto que, junto con el café, proporciona mayores ingresos al país. Energía e industria. El 70% de la potencia eléctrica instalada es de origen hídrico. La industria, fomentada por medidas proteccionistas, está en plena expansión, sobre todo en los sectores orientados a la producción de bienes de consumo. Tiene mucho peso la industria textil (Medellín, Bogotá, Cali) y han experimentado un gran auge la alimentaria, la metalmecánica y la química (incluida la petroquímica). Comunicaciones y transportes. Las difíciles condiciones topográficas del relieve andino, que determina los principales ejes de comunicaciones (los valles de los grandes ríos, en especial el Magdalena y el Cauca), han propiciado un gran desarrollo del transporte aéreo. Los aeropuertos principales están en Bogotá, Barranquilla, Medellín-Rionegro y Cali. Los puertos más importantes son Buenaventura, Barranquilla, Cartagena y Santa Marta. Comercio. Colombia exporta café, petróleo y sus derivados, banano, productos químicos y azúcar a E.U.A., Alemania, los Países Bajos, el Japón y otros países. La exportación de flores y artículos manufacturados ha permitido no depender, como hasta no hace mucho, del café.

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Historia

La época precolombina y la conquista española. El actual territorio de Colombia fue el solar de pueblos amerindios de origen y desarrollo cultural muy diversos. La civilización más evolucionada fue la de los chibchas o muiscas del altiplano cundiboyacense, en la cordillera Oriental. A mayor altura aún en algunos aspectos (cerámica, orfebrería) rayaron los quimbayas del valle del Cauca. En el nacimiento del río Magdalena floreció la cultura megalítica de San Agustín; en la Sierra Nevada de Santa Marta, la importante cultura tairona. Mucho más atrasados, los pueblos llamados genéricamente caribes ocupaban las áreas bajas. Las formas de vida comunes a la gran hoya amazónica irradiaron sobre otros conjuntos de tribus. La conquista española se prolongó cerca de medio siglo, desde las exploraciones iniciales de Alonso de Ojeda y Rodrigo de Bastidas (1499-1501) hasta la confluencia, en 1539, de tres expediciones distintas y que habían partido de bases opuestas: la de Gonzalo Jiménez de Quesada, quien sometió a los muiscas y fundó Santa Fe (1538), la actual Bogotá, una vez remontado el valle del Magdalena; la columna enviada desde Venezuela por los colonizadores alemanes al servicio de España, al mando de Nicolás de Federmann; y la de Sebastián de Belalcázar, procedente de Quito y pronto desgajada de los intereses pizarristas en el Perú, que la habían promovido. La conquista incluyó las contiendas civiles y rebeliones tan frecuentes entre sus protagonistas. Para asegurar el dominio, la corona española creó en 1549 la Real Audiencia de Santa Fe o del Nuevo Reino de Granada, dependiente del virreinato peruano. La época colonial y los precedentes de la independencia. Los pilares básicos del sistema colonial español descansaron en la encomienda (traslación al nuevo continente de una organización feudal), que sujetaba a los indios a la tierra en régimen de servidumbre, y la mita, para la explotación minera (que afectó aún más duramente a la población aborigen); se acompañaron de la introducción de mano de obra esclava, servida por el tráfico negrero. La estructuración económica conllevó una cierta diversificación regional e incluso, en el s. XVIII, un sector manufacturero (textil). Cartagena de Indias desempeñó un gran papel en el nervio de la explotación colonial, el tráfico marítimo. Desde 1717, con las reformas borbónicas, la Real Audiencia se transformó en el virreinato de Nueva Granada, que incluía los actuales estados de Panamá, Colombia, Venezuela y el Ecuador. En un importante movimiento social, el de los comuneros del Socorro (1781-82), hallaron una temprana expresión las reivindicaciones de las capas criollas. Sus posteriores fermentos independentistas redundaron a partir de 1810 en la formación de juntas provinciales, que impulsaron el proceso de emancipación, pronto enfrentadas entre sí y con la Junta Suprema de Santa Fe. Esta fase inicial de la independencia (1810-16) sería llamada de la «Patria Boba» por sus especiales características, con las figuras descollantes de Antonio Nariño y Francisco de Paula Santander. Colombia independiente. A esta etapa dio término la expedición española de Morillo, que aunó el aplastamiento militar con un «régimen de terror». Ello favoreció las ulteriores campañas de liberación de Bolívar, que en la decisiva batalla del puente de Boyacá (7 de agosto de 1819) remató la independencia colombiana. El Ecuador sería liberado por Sucre, y Venezuela por las expediciones emprendidas desde Colombia por Bolívar. Los tres antiguos componentes del virreinato granadino se agruparon (congreso de Angostura, 1819) en la Gran Colombia, bosquejo de la gran confederación latinoamericana concebida por Bolívar, frustrada en el congreso de Panamá (1826) ante la concurrencia de defecciones continentales. La propia unión de la Gran Colombia fue disuelta en 1830. Para acentuar su diferenciación, la nueva Republica colombiana, que designó como primer presidente a Santander, restableció el nombre de Nueva Granada (que perduraría hasta 1858). Su trayectoria histórica subsiguiente giró en torno a las luchas entre las oligarquías conservadoras y liberales, las concepciones federalistas y unitarias y la decisiva intervención de Gran Bretaña en el terreno económico. Estas pugnas hicieron endémicas las guerras civiles y ampararon las tentaciones caudillistas de figuras como R. Urdaneta, M. Ospina y T. C. de Mosquera, aunque no logró afirmarse ninguna dictadura parangonable con las de otros países suramericanos. Por otra parte, las diferencias entre el ideario conservador y el liberal no suponían una transformación profunda de las estructuras sociales ni de la marginalidad de la población amerindia; pero, al menos, el mandato de un liberal, el general J. H. López (1849-53), puso fin a la esclavitud y a los vestigios más flagrantes de la estructura colonial. La organización económica se orientó hacia el monocultivo (tabaco, quina), firme apoyo de unas capas sociales poderosas en las que se combinaban los intereses de los terratenientes y la burguesía comercial. Reflejo de esta nueva coyuntura fueron las luchas de 1858 a 1886, con el papel destacado del radicalismo (o ala extrema del liberalismo) y la adopción de un régimen federalista (Confederación Granadina y, desde 1861, Estados Unidos de Colombia). En 1886 se volvió a la fórmula unitaria (con el nombre de Republica de Colombia) bajo la férula de R. Núñez, cuya «regeneración» conservadora fue neutralizada por el rebrote de las guerras civiles, de saldo desastroso (guerra de los Mil Días, 1899-1902). Aprovechando la postración colombiana, E.U.A. (que desde fines del s. XIX había sustituido a Gran Bretaña como la potencia más influyente en la región) promovió la segregación de Panamá en 1903. La Colombia moderna. La primera mitad del s. XX estuvo presidida por la extensión de las plantaciones de café, algodón y banano, que vino a completar el recurso inesperado del petróleo. A las consecuencias determinantes en la fisonomía socioeconómica, se sumó la espiral de la conflictividad rural, con sus episodios más virulentos en el sector bananero, impulsado por capitales estadounidenses. El signo político de esta etapa fue la Republica liberal (1930-46), de relativa estabilidad, que intentó aminorar las trabas casi feudales derivadas de la propiedad de la tierra, que obstaculizaban la concentración capitalista. En 1948, el asesinato en Bogotá del líder liberal J. E. Gaitán provocó una insurrección popular (el Bogotazo), duramente reprimida. En el ámbito rural, las contradicciones irresolubles degeneraron en el período que se conoce significativamente con la denominación de «la Violencia» (1949-53; se han estimado en unas 300.000 las víctimas), bajo la égida conservadora (M. Ospina Pérez, L. Gómez). El asesinato político, la expoliación violenta del campesinado y el bandolerismo adquirieron carta de naturaleza, a la par que empezaban a cobrar fuerza los movimientos guerrilleros. A la efímera solución de una dictadura militar (G. Rojas Pinilla, 1953-57) sucedió la del acuerdo entre los tradicionales partidos conservador y liberal (pacto de Sitges), que estableció su alternancia pacífica en el poder y el reparto de los cargos de la administración durante dieciséis años (el llamado Frente Nacional). Este sistema (encarnado en la presidencia por los liberales A. Lleras Camargo y C. Lleras Restrepo, y los conservadores G. L. Valencia y M. Pastrana Borrero) resistió hasta el último tercio del siglo, en que se agudizaron los desequilibrios sociales y económicos. Durante los sucesivos mandatos liberales de A. López Michelsen (1974-78) y J. C. Turbay Ayala (1978-82) se produjo el ascenso de las guerrillas y la creciente participación del ejército en el restablecimiento del orden. El conservador B. Betancur (1982-86) ensayó una línea diferente de reconciliación nacional, mediante conversaciones con las diferentes facciones guerrilleras, particularmente con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas) y el M-19 (Movimiento 19 de abril), que no llegaron a fructificar en acuerdos duraderos. Un golpe especialmente grave a sus objetivos fue el sacrificio indiscriminado de miembros de la magistratura en el Palacio de Justicia de Bogotá (1985), al rescatar el ejército este edificio de un comando del M-19. También adquirió dimensiones alarmantes el problema del narcotráfico, convertido en gigantesca fuente clandestina de extracción de recursos; su decidida persecución por Betancur acarreó el asesinato de diferentes responsables y del propio ministro de Justicia, R. Lara Bonilla (1984), por las mafias locales. La amenazadora proximidad de los conflictos de América Central, en torno al problema nicaragüense, llevó al marcado protagonismo de Colombia en los intentos de pacificación de la región (grupo de Contadora). En este clima político y social, acompañado de una situación económica positiva (crecimiento sostenido, deuda exterior manejable), fue elegido en los comicios de 1986 el liberal V. Barco, quien trazó sus directrices y prioridades en un Plan de Economía Social, para luchar contra la pobreza absoluta. En 1989 se avanzó sustancialmente en la resolución del problema de las guerrillas con los diálogos del proceso de paz, los cuales permitieron al grupo M-19 integrarse, en 1990, a la vida civil y conformar un partido político. Por otra parte, el asesinato del senador y líder liberal L. C. Galán por las mafias de narcotraficantes dio lugar a un choque frontal entre éstas y el Estado colombiano. En 1990 resultó elegido presidente C. Gaviria Trujillo, del Partido Liberal, que inició un proceso de reforma constitucional, convocó elecciones en octubre de 1991 y aprobó la nueva Constitución. Al tiempo que se da un nuevo marco institucional al país, el gobierno de C. Gaviria implementa una política económica de apertura que rompe con los parámetros que habían orientado el desarrollo nacional durante los últimos 40 años. Estas nuevas orientaciones en el campo político, administrativo y económico se ven opacadas por un incremento de la violencia proveniente tanto de los grupos guerrilleros, que no se han acogido a las propuestas de reinserción del gobierno, como de los grupos de narcotraficantes enfrentados con el Estado. Dentro del proceso de integración con los países de América Latina y del Caribe, en octubre de 1993 se reanudaron las relaciones diplomáticas con Cuba, suspendidas desde 1981, y en noviembre se firmó el tratado de delimitación marítima con Jamaica. En marzo de 1994 se aprueba la adhesión del país al Protocolo II del Convenio de Ginebra de 1949. El convenio trata sobre los Derechos Internacionales Humanitarios de los países que se encuentran en conflicto armado. El 28 de marzo de 1994 en Bruselas, los países latinoamericanos exportadores de banano (miembros del Gatt) firmaron un acuerdo comercial (arancel de 90 dólares) con la Unión Europea, dando fin a la guerra del banano. En marzo de 1994 el presidente C. Gaviria fue elegido secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA). El Grupo de los Tres, México, Colombia y Venezuela, (G-3) firmaron en enero de 1994 el acuerdo de Libre Comercio, con el que se crea una zona de libre comercio. En abril de 1994, la canciller Noemí Sanín firmó con el gobierno peruano la Comisión de Vecindad e Integración Colombo-peruana, que establece mayores vínculos con dicho país. Además firmo otros convenios sobre promoción y protección de inversiones y convalidaciones de títulos universitarios. También en abril, el gobierno firmó la paz con el grupo guerrillero Corriente de Renovación Socialista (CRS), grupo disidente del Ejército de Liberación Nacional. Durante las elecciones presidenciales celebradas en mayo y junio de 1994, resultó elegido presidente Ernesto Samper Pizano, del partido Liberal. Fue la primera vez en la historia del país, que se recurre a la segunda vuelta electoral, dado que ninguno de los aspirantes obtuvo el 50% más uno, de los votos, en la primera vuelta.

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Cultura

Arte. De la época precolombina quedan restos de las culturas muisca (cerámica, vasos, estatuillas), quimbaya (orfebrería), creadora de un auténtico tesoro de carácter funerario que se conserva en el Museo del Oro de Bogotá, y tairona (grandes poblados, terrazas de cultivo, escalinatas, etc.). Al arte de la época virreinal pertenecen el conjunto monumental de Cartagena, varias iglesias de Bogotá (en las que se conservan valiosas pinturas), numerosos edificios de la ciudad de Tunja y los templos barrocos de Popayán (dañados por un terremoto en 1983). La arquitectura moderna, impulsada por C. Martínez y L. Rother, e influida por Le Corbusier, dio figuras tan notables como G. Serrano y G. Samper. Posteriormente se destacaron A. García, L. Esguerra, E. Herrera, A. Botero, etc. En fecha más reciente surgieron arquitectos de la talla de R. Salmona, F. Martínez Sanabria y G. Bermúdez. La escultura alcanzó cierta notoriedad en el último tercio del s. XVII, con I. García de Ascucha, autor de los relieves del presbiterio de la iglesia de San Francisco, en Bogotá. Ya en el s. XX, cabe destacar a E. Negret, E. Ramírez Villamizar, F. Botero, D. Morales, B. Salcedo, R. Barba Guichard y Feliza Bursztyn. La pintura creó escuela en la época virreinal, con pintores como F. del Pozo, A. de Narváez (Virgen de Chiquinquirá), el italiano A. de Medoro, A. Acero de la Cruz, los Figueroa y G. Vásquez. En el s. XVIII sobresalieron A. de Callejas, P. Caballeros y F. Sandoval. En el s. XIX cabe citar los nombres de J. M. Espinosa y A. Urdaneta, y a caballo del s. XX se halla A. de Santamaría. El s. XX produjo figuras relevantes: I. Gómez Jaramillo, A. Jaramillo, M. Ospino, L. A. Acuña, A. Obregón y E. Grau. Cabe mencionar también a O. Rayo, C. Rojas González, M. Hernández Gómez, y, dentro de la generación más actual, a B. Salcedo, L. Caballero y Beatriz González. Bajo la influencia de la crítica ejercida por Marta Traba surgieron las Bienales de Cali y Medellín. El máximo representante actual de la pintura colombiana es F. Botero. Literatura. En la época colonial sobresalieron, en la poesía, J. de Castellanos, H. Domínguez Camargo y la mística madre del Castillo, y en la narrativa, J. Rodríguez Freyle. En el s. XIX se destacaron los poetas G. Gutiérrez González, L. Vargas Tejada, J. E. Caro y R. Pombo. Entre los modernistas se distinguieron J. A. Silva (Nocturno) y, posteriormente, G. Valencia (Ritos), J. Flórez y P. Barba Jacob. La prosa costumbrista tuvo notables representantes en E. Díaz y J. M. Marroquín. Las grandes construcciones novelísticas aparecieron con J. Isaacs y T. Carrasquilla. En el primer tercio del s. XX se impuso la obra de un novelista que alcanzó gran éxito de público, aunque no de crítica, en América y España: J. M. Vargas Vila (Ibis, Flor de fango). J. E. Rivera, con La vorágine (1928), fue el fundador de lo que podría llamarse la novela política e imaginativa colombiana. Dentro de la novela contemporánea descuellan E. Caballero Calderón (El buen salvaje), M. Mejía Vallejo (El día señalado), Á. Mutis (La nieve del almirante), G. Álvarez Gardeazábal (Cóndores no entierran todos los días) y, sobre todo, G. García Márquez (El coronel no tiene quien le escriba, Cien años de soledad, El general en su laberinto), que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1982. También cabe citar a R. H. Moreno Durán, P. Gómez Valderrama, A. Caicedo, R. Burgos, A. Cepeda Samudio y G. Espinosa. Entre los poetas contemporáneos más representativos se cuentan J. Zalamea, L. de Greiff, L. C. López, R. Maya y L. Vidales. A la generación de «Piedra y Cielo» pertenecen J. Rojas y E. Carranza, que marcan la transición hacia una vanguardia posterior, en la que figuran A. Arturo, J. Gaitán Durán y E. Cote Lamus. Al mismo tiempo surge el movimiento nadaísta, iconoclasta, con G. Arango. Otros poetas importantes son F. Arbeláez, J. Lozano y Lozano y C. Castro Saavedra. El campo de la erudición y el ensayo ha dado grandes figuras: R. J. Cuervo, L. Tejada Cano, L. López de Mesa, B. Sanín Cano, H. Téllez, G. Arciniegas, F. González y J. Eliécer Ruiz. Música. Apenas existen datos sobre la música precolombina, y son pocos los instrumentos conservados (sonajas, cascabeles, flautas, ocarinas, fotutos, etc.). El primer músico conocido fue el jesuita J. Dadey (1574-1660), considerado el precursor de la música colombiana. Durante la época del virreinato sobresalieron J. Pérez Materano, J. Cascante y J. de Herrera. Tras un período de decadencia, surgieron, en el s. XIX, figuras como J. A. de Velasco, N. Quevedo Rachadel y E. Price. J. M. Ponce de León estrenó en 1874 la primera ópera colombiana, Esther. Ya en el s. XX se destacaron G. Uribe Holguín, fundador del Conservatorio Nacional, J. Bermúdez Silva y J. Rozo Contreras. Posteriormente sobresalieron G. Escobar, A. M. Valencia y A. Mejía. Cabe citar asimismo a R. Pineda Duque, S. Velasco, F. González Zuleta, L. A. Escobar y J. Nova. La música popular combina las influencias indígenas, hispánicas y negras. Del rico folclor colombiano sobresale el bambuco, el baile más característico.


Tomado de Domine: Diccionario Enciclopédico Interactivo.  © 1996 Editorial Norma, S.A. Reservados todos los derechos.

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