Guillermo León Martínez Pino
guimarpin@hotmail.com
Resumen
El trabajo intenta de
manera tangencial, pero no por ello reflexiva, colocar en controversia
ciertas reflexiones sobre el estatus de cientificidad de la disciplina
contable. Con ocasión de las diferentes distancias conceptuales sobre
el tema, se tocan puntos sensibles al debate académico, en donde se
interrogan problemáticas como la construcción del objeto de
investigación de la contabilidad, las variables metodológicas, las
posturas epistemológicas y la crítica a algunos acercamientos
contables, que desde lo epistémico pretenden hallar cierto rigor
conceptual para interpretar lo normativo contable, sin develar que la
estandarización, es en últimas un proceso de racionalización del
capital, que evidencia un trabajo destinado a elucidar los mecanismos
que garantizan y legitiman el poder de las grandes corporaciones
transnacionales.
Palabras claves: Estatuto de cientificidad, epistemología, objeto,
método, contabilidad, disciplinario.
Índice
1. Presentación
2. El Objeto y Método del
Conocimiento: Dos Constructos Problemáticos
3. Breves Consideraciones
sobre el Objeto y Método en Contabilidad
4. La Postura Epistémica
Positivista: Una Versión Metodológica Hegemónica e Insuficiente
5. Bibliografía Básica
1. Presentación
Es
necesario reconocer que toda reflexión sobre lo disciplinar contable,
emerge y está determinada por el conjunto de factores
económico-sociales que la condicionan. De esta forma el surgimiento
del núcleo problemático de esta disciplina, responde al conjunto de
intereses que emergen de la evolución del capitalismo como sistema
planetario.
La
historia de la contabilidad, por tanto, como campo de conocimiento,
está imbricada en la historia del capitalismo, en tanto, ésta sirve
como sustrato que provee al capital, de cierta "racionalidad
científica" para dar solución a las nuevas demandas surgidas del mundo
de la modernidad, expresadas entre otros, por la conformación de "un
mercado mundial siempre en expansión que lo abarca todo, capaz del
crecimiento más espectacular, capaz de un despilfarro y una
devastación espantosos, capaz de todo salvo de ofrecer solidez y
estabilidad".
Es en la fracturación o ruptura del orden feudal, donde se crean
nuevas necesidades económicas y sociales de información que reclaman
coetáneamente la emergencia de innovadoras formas de conocer, al igual
que herramientas técnicas para la manipulación de los escenarios
transacionales del nuevo mapa económico y empresarial. Por otra parte,
es necesario recabar cómo el conocimiento contable desde su período de
gestación se comprometió menestralmente con un pensamiento netamente
utilitarista y pragmático, donde la perspectiva asumida quedó
circunscrita a la dimensión técnico-instrumental de los haceres, donde
se fue instalando una forma unidimensional de juzgar y evaluar los
resultados de un conocimiento cuyos vectores tenían que ver con la
acción de un mundo eficiente y práctico, sin tomar en consideración el
valor fundamental del conocimiento de, crear a la usanza Kantiana un
"mundo para sí", en donde, a la par que se transforme el mundo
material, se transforme también el mundo subjetivo y autónomo del
conocer.
La
contabilidad desde su proceso de gestación como disciplina, escamoteó
y desarrolló posteriormente su práctica a través de la experiencia.
Por ello, la reflexión contable situó su preocupación sobre la
construcción de las aplicaciones contables, antes que en la
centralidad de la reflexión epistemológica, para desde la construcción
teórica rigurosa problematizar el campo de su actuación. Considera
entonces su quehacer como el paso de los "hechos" de la realidad a los
conocimientos y bien es conocido que el empiroinductivismo, no
reconoce un hecho en la ciencia como dependiente de las teorías y de
los sistemas de reglas metateóricas.
2. El Objeto y Método del Conocimiento: Dos Constructos
Problemáticos
El Objeto y sus Antinomias
Una
ciencia es en esencia un objeto de conocimiento y un método para su
aprehensión, aproximación, interpretación y análisis; el cual es
definido por la naturaleza misma del objeto de investigación. Esto es,
todo método depende del objeto de investigación el cual está mediado
por procesos de significación, intencionalidades, simbolizaciones e
intereses de los sujetos epistémicos que los construyen. El método, se
traduce, entonces, en un conjunto de postulados, reglas, normas,
institucionalizadas - por lo que Thomas Khun a dado en denominar -
comunidad científica socialmente reconocida.
Ahora
bien, la actividad cognoscitiva no está controlada por lo aparente,
por lo obvio, por lo visible e inmediato, ni por la observación
individual directa. El hombre, en su afán cognoscitivo tiene la
capacidad de simbolizar y construir universos de representación y
formas de representar, abstrayéndose de la impresión directa y, cuando
realiza este ejercicio crítico moldea y organiza tanto la realidad
extrasubjetiva como su propia subjetividad. Solo en este estadio, se
puede decir, que se ha asumido el reto de la problematizar la
realidad, que no es otra cosa que, construir objetos del conocimiento.
La
investigación científica, se organiza entonces, en torno a objetos
construidos que no tienen nada en común con aquellos fenómenos
aparentes, delimitados por la percepción ingenua y espontánea; por lo
cual se puede inferir que, la ciencia tiene una logicidad dialéctica,
cuando construye su objeto en contra del sentido común; esta premisa
implica correlativamente superar las nociones comunes, esto es por
ejemplo, el conocimiento incipiente o rudimentario de objetivaciones
lingüísticas; para determinar de manera contundente que un objeto de
investigación, por parcial o parcelario que parezca, no podrá ser
definido, delimitado y construido, sino, a la luz y en función de una
problemática teórica, que permita someter de manera rigurosa a un
sistemático examen todos los aspectos de la realidad puestos en escena
para su aoscultamiento. Solo una visión mutilada y bisoña de la
construcción científica, puede hacer de la subordinación a los hechos
el imperativo por excelencia para la definición del estatuto de
cientificidad.
Cualquiera sea el estatus que se le asigne al mundo de la realidad
fáctica, en los planos culturales, sociales, materiales o temporales,
la construcción de los objetos como abstracciones, no procede de una
amalgama y colección de hechos autoevidentes que poseen universalidad
per-se para todos los observadores. Por tanto, como lo argumenta el
profesor Gallego Badillo, "un objeto de conocimiento es un ámbito
construido y delimitado por la mente del sujeto cognoscente, en plan
de hacer un mundo para sí, por lo que existen dichos objetos en la
medida en que se posea una ambición y un interés intelectual
(contrastar las hipótesis o predicciones que se hacen desde el saber
que se sabe) que pretenden elaborar un espacio para la intervención,
el control, la transformación, y el dominio, como garantía sin la cual
ese hacer u mundo para sí no es más que una retórica. De esta manera,
palabras más palabras menos, el conocimiento como una actividad humana
es eminentemente intencional, lo cual supera la vieja concepción
aristotélica de un conocer que obedece a la mera curiosidad", esto es,
serán dables tantos objetos de conocimiento cuantas intencionalidades
cognoscitivas posea el investigador o el colectivo epistémico.
La
ciencia, por tanto, no comienza con el hecho, sino con los problemas y
con el esfuerzo por resolverlos desde el plano de las abstracciones
que constituyen pisos autorreferidos para sus confirmaciones o nuevas
distinciones, es decir que la realidad científica, es una construcción
ininterrumpida, en donde lo real nunca tiene la iniciativa, en tanto,
solo puede dar respuestas en la medida en que proceda a
interrogársele, dicho en palabras Bachelardianas, el vector
epistemológico va de lo racional a lo general y no a la inversa.
En
conclusión, los hechos no hacen diferenciables los conceptos, aún
cuando, siempre es necesario, como elemento subsidiario, un referente
empírico. Los conceptos se diferencian y caracterizan en virtud de las
relaciones mutuas que establecen entre las diversas abstracciones
pertenecientes a una red conceptual; luego entonces, los conceptos son
en cierto sentido "objetivos" y eficaces, no en razón exclusiva de su
caracterización externa, sino gracias a su posición relativa dentro de
un entramado conceptual o sistema teórico.
El Método: Más allá del Falso Tecnicismo y de la
Dicotomía Epistemológica
Entre
los teóricos que abocan el análisis de la problemática relación entre
ciencia y método, existen dos tendencias marcadas: en primer lugar,
los que desde una postura excluyente descalifican la discusión sobre
un cierto pluralismo metodológico y, defienden la existencia de un
método único (el método científico), que se aferra a la concepción de
la unidad de la ciencia soportada en el criterio del monismo
metodológico y la unidad doctrinal, que posibilita la validación de
una sola forma de hacer ciencia y; en segundo lugar, aquellos que
aceptan la existencia de dos métodos científicos, uno encargado de
operacionalizar el funcionamiento de las ciencias naturales y exactas
y otro que reclama la autonomía de las ciencias sociales, humanas o
del espíritu.
Los
primeros, exigen que los métodos sean rigurosos y, esta rigurosidad
deviene de la permanente experimentación y matematización de la
realidad, que es lo que en últimas entrega el estatus de ¨objetividad¨
científica tanto a las ciencias naturales como a las sociales. Quienes
adhieren a estos postulados no aceptan otras variables de construcción
científica, en tanto éstas comprometen el rigor científico y una
supuesta neutralidad axiológica o valorativa.
Silvio
Sanchez Gamboa, al referirse a este tema controversial, plantea:
"El método, considerado como único criterio de objetividad, transforma
el objeto a sus códigos, lo reduce, lo diseca, lo divide en sectores,
lo suma, lo interrelaciona y lo sacrifica al rigor lógico. La primacía
del método, sea como lógica de la razón, método de la experiencia, o
método lógico matemático, es cuestionada hoy en día, ante la
desvirtualización del objeto, cuando se piensa que éste debería tener
la primacía frente al método y la objetividad debería centrarse en el
objeto y no, como lo constatado en nuestro estudio, el la validez de
los instrumentos, en la exactitud de la definición operacional de los
términos o en la rigidez del proceso lógico racional".
Los
segundos, se apartan de ese trasteo mecánico, lineal y automático, que
desde las ciencias naturales se pretende extrapolar metodológicamente
hacia las ciencias sociales y, defienden la autonomía de estas
últimas, buscando una orientación metodológica desde núcleos de
comprehensión y de interaccionismo simbólico, en otras palabras, la
estructuración de un método diferente que permita dar tratamiento
específico a la subjetividad.
Este
dualismo metodológico, se expresa en la polaridad que emerge de la
dicotomía: objetividad-subjetividad y explicación-comprensión, las
primeras están enraizadas en las posturas que devienen de los enfoques
positivistas y las segundas que tienen como matriz analítica la
fenomenología y la hermenéutica. La diferencia entre una u otra
postura se encuentra instalada en los presupuestos gnoseológicos y
epistemológicos, que cada cual maneja con referencia a la relación
dialéctica sujeto-objeto. Jerarquizar una de ellas, determina serias
implicaciones para todo proceso de investigación: Si el proceso del
conocer se centraliza en el objeto, se estaría hablando de una
observación controlada, cuantitativa y unívoca; si por el contrario,
la jerarquización se traslada al sujeto, el proceso cognoscitivo
estaría mediado por la comprehensión sensorial, el análisis
cualitativo, en desmedro de la observación controlada. Visto lo
anterior, puede decirse que, "El método amenaza con fetichizarse y
fetichizar también su objeto, por tal motivo se torna necesario
reflexionar sobre el mismo, cuestionando sus propios fundamentos.
Interrogar los métodos utilizados en la investigación científica, es
una tarea histórica de la filosofía que nos ayuda a tomar consciencia
de su importancia, sus limitaciones, sus implicaciones y
contradicciones".
3. Breves Consideraciones sobre el Objeto y Método en
Contabilidad
El Objeto de Conocimiento Contable: Un Concepto
Inacabado
Inevitablemente, la Contabilidad – como cualquier otro campo
disciplinar- al enfocar la realidad, la delimita y la moldea para
constituir su objeto de conocimiento, con lo cual se obtiene una
imagen, una forma de representación y, porqué no, una forma específica
de concepción del mundo. En esta trama interpretativa y en esta
adhesión a un cuerpo teórico, se establece una actitud, que sirve a
los contables para desarrollar su práctica o aproximación científica,
desde los trampolines y criterios que han surtido y alimentado una
tradición, que obviamente ha tenido que traspasar varios mojones y
obstáculos para su paulatina perfectibilidad.
Fortunosamente, en este proceso lento pero creciente no ha existido
uniformidad y homogeneidad y, por el contrario, coexisten
dispersamente teóricos con muy diversos intereses, inclinaciones e
incluso posturas ideológicas. Aún cuando, es dispendiosa la revisión
de estas múltiples concepciones sobre lo contable, lo cierto es que,
la reconstrucción de la historia de la contabilidad como disciplina,
permite y permitirá deshilar un apretado tejido de confusiones e
incertidumbres para, finalmente, fundamentar sobre esas
consideraciones una reflexión que posibilite trazar una línea
específica de trabajo que implique unos desarrollos menos
instrumentales y más desde la reflexión de lo epistemológico.
El
origen primigenio de la problematización contable, estuvo
congénitamente vinculada a estructuras propias del conocimiento lógico
–matemático, refiriéndose al carácter matemático de la contabilidad –
Tua argumenta – es indudable que,
"Las primeras
manifestaciones de nuestra disciplina se adscribieron a ámbitos
próximos a las matemáticas y, en especial, a la aritmética comercial.
No podría ser de otro modo, si tenemos en cuenta la utilidad de ambas
disciplinas en el campo de los negocios; las dos servían al
comerciante que, en su actividad todavía primitiva, estaba obligado a
hacer numerosos, complejos y frecuentes cálculos, con utilización
abundante de las cuatro reglas, procediendo, lógicamente, al registro
ordenado y adecuado del resultado de tales operaciones".
Por la
fuente de nacimiento y por su inherente estructura interna, se puede
afirmar el conocimiento contable se vale de herramientas simbológicas,
propias del conocimiento lógico-matemático, para construir
significados y formas de significar la realidad que está abocada a
interpretar. Esto no implica reconocer que la contabilidad sea un
saber puramente lógico-matemático, al contrario la fuente
interpretativa se halla en la realidad social o mundo extrasubjetivo.
Si se reconoce que esa realidad social es un todo integrado, que
comporta un carácter dual, en términos de facticidad objetiva y
significado subjetivo, que la hace sui generis; mal podría abocarse la
construcción de la problemática de la contabilidad (objeto de
investigación), desde el espacio reducido de la matematización de la
facticidad objetiva, dejando de lado las abstracciones cualitativas de
la dimensión subjetiva de la realidad social.
De esta
reflexión se desprende la consideración de que la contabilidad, como
conocimiento social, debe construir sus objetos reconociendo ese
carácter dual de lo social, en tanto, la realidad fáctica, con cierta
pertinencia puede ser abocada con métodos similares a las ciencias
naturales, en tanto esto no es fácilmente reconocible y validable para
los significados subjetivos. En esta dirección el profesor Rafael
Franco Ruiz, deja ver su impresión, diciendo:
"La aprehensión
de objetos materiales como objetos de conocimiento han mantenido a la
contabilidad en estado de empirismo y pragmatismo, causa esencial de
su subdesarrollo científico, determinando una conjunción con su
naturaleza para establecer que conocimiento es descripción y esta se
determina por las condiciones jurídico económicas establecidas por
unas relaciones de poder existentes en un momento determinado,
condiciones del entorno, con lo cual se establece una verdad para cada
momento histórico y para cada realidad social; la imposibilidad de
establecer verdades trascendentales en el tiempo y en el espacio,
desde lego, dentro de la relatividad de esta".
La
posibilidad de construir, entonces, un status científico para la
contabilidad, como ciencia social, pasa por reconocer que la
transformación de esa realidad depende de la posibilidad de ser
captada en su dimensión sui generis y no sesgada por una forma parcial
y unilateral, en la que se aceptan como válidos los presupuestos
metodológicos de las ciencias físico-naturales o, aquellos derivados
acríticamente de sus procedimientos.
El Método Contable, la Concepción Originaria y sus
Antinomias
El
primer intento de racionalidad científico-contable, se caracterizó por
privilegiar lo metodológico, es decir, la consecución de un método
eficaz (partida doble), mediante el cual encontrar o descubrir
estructuras de significación que dieran cuenta de las descripciones de
los fenómenos transaccionales y de las necesidades de información
inherentes al desarrollo de una economía que perfeccionaba y
complejizaba su sistema de intercambio. Así lo constata el
aparecimiento del método de partida doble, que no es otra cosa que un
algoritmo matemático constituido en elemento simbológico de
representación de la realidad transaccional propia de una sociedad
mercantil de intercambios limitados, antesala inmediata del
advenimiento del gran capital. José María Fernández Pirla, argumenta
que, "El método de Partida Doble responde a un sistema de
representación económica, porque indudablemente establece un medio de
registración para cada ciclo económico el cual suministra la base para
aquella. Este método registra todo movimiento económico, y debe
tenerse en cuenta en este orden que en cada uno de éstos hay un origen
o fuente de financiación y un fin o concreción en valores capitales".
El
método de partida doble, es justamente una dirección estructurada, a
la manera de un algoritmo, para captar los hechos, inventariarlos e
inducir en ellos generalizaciones, en los que la imaginación y
creatividad están prohibidas. En últimas, la contabilidad desde su
creación como disciplina fue proclive a la acción repetitiva y
mecánica de los haceres, en donde no existió una actividad
cognoscitiva que vertebrara y dirigiera la construcción casi continua
de estructuras conceptuales, metodológicas, axiológicas y
actitudinales, como formas a través de las cuales el colectivo
contable, organizara las representaciones informacionales, con el fin
de expresarlas en el lenguaje correspondiente y dirigir, ahora sí, sus
actuaciones a implementar los sistemas, aplicaciones y resultados
prácticos deseadas.
Refiriéndose al criterio metodológico de la partida doble, el profesor
Efrén Danilo Ariza, reivindica el mérito de Paciolo, argumentando, que
es un sistema que, "Recogía las principales prácticas contables
referidas a su vez a las principales actividades y racionamientos
mercantiles adelantadas en Venecia, quedando claro que si bien el
libro fue impreso en 1492 el método veneciano deviene de tiempo atrás.
En
términos generales a este método lo caracterizan los siguientes
aspectos:
Que el
primer registro lleva al debe la cuenta caja o al debe de las
mercancías el monto del aporte del comerciante al negocio,
simultáneamente y por el mismo monto en el haber de la cuenta de
capital.
La
colocación de las dos cuentas y cantidades frente a frente.
La
expresión de cada transacción (registrados tanto en el libro diario
registro cronológico, como en el libro mayor registros específicos).
Este rápido recorrido
por la concepción originaria del método contable, coloca al
descubierto que en términos de conocimiento contable aún hay una
brecha larga por recorrer y, esto es explicable, en tanto como lo
plantea Moisés García García: "Si la contabilidad como práctica es tan
antigua, la contabilidad como disciplina teórica es, por el contrario
relativamente
reciente, aparte de la
obra de Pacciolo, que cumplirá pronto sus quinientos años, podemos
afirmar que las primeras generalizaciones y abstracciones que merezcan
el calificativo de científicas datan solamente del siglo pasado (se
refiere al siglo XIX-subrrayado nuestro). Ello nos puede dar una idea
del lentísimo proceso de gestación de la ciencia contable".
Circunstancia explicable, entre otras, por una razón contundente en la
construcción de cientificidad y, es, la "congénita debilidad
metodológica unida a un espíritu pragmático que frecuentemente
adquiere caracteres de verdadero oportunismo en la creación científica
de las teorías contables"
La Renuncia a la Construcción Teórica :
un Obstáculo a Superar en la Disciplina Contable
La
contabilidad como disciplina tiene aún un debate inconcluso: la
construcción de su verdadero estatus de cientificidad, en tanto, en su
recorrido histórico ha estado presente una especie de empirismo
radical, que ha desdeñado por siempre la construcción teórica,
haciéndola de hecho vulnerable a nuevas apropiaciones conceptuales.
Cada vez que los contables creen eludir la problemática teórica en
función de un pragmatismo inconsecuente, están dominados por cierto
primado que desconoce los vectores epistemológicos de la construcción
científica. Posiblemente, el rezago investigativo del conocimiento
contable se origine en esta hipótesis aún por demostrar.
La
estructura simbológica de la contabilidad (lo contable, lo que se
deriva de la acción de contar), debe de estudiarse dinámicamente,
dentro de las circunstancias de tiempo, modo y espacio, que
condicionan su gestación, y dentro de una perspectiva de devenir
inacabado, falible, siempre abierto a cambios y transformaciones
permanentes.
Un buen
ejercicio interpretativo para abordar la reflexión de la historicidad
contable, estaría referido a la utilización de categorías conceptuales
como las sugeridas por Fernad Braudel, que remite a situar el análisis
de la vida social desde diversos puntos de observación, que ivolucren
variables como la espacialidad, la temporalidad, los ordenes sociales
y las jerarquías, para desde un amplio espectro interpretativo
precisar las falencias, las debilidades, pero también las fortalezas y
fundamentos científicos de la contabilidad. Solo de esta forma, los
contables podremos asumir una posición más desde la consolidación de
una comunidad académica, que privilegie la competencia teorética a
partir de la cual ordenar la realidad extrasubjetiva y; menos desde
una postura pragmática y gremialista y en oportunidades ecléctica de
la disciplina.
4. La Postura Epistémica Positivista: Una Versión
Metodológica Hegemónica e Insuficiente
Históricamente, podrían ubicarse los referentes positivistas en la
Europa de finales del siglo XVI y comienzos del XVII, con ocasión de
la emergencia de las concepciones Copernicanas y Galileanas, que
destruyeron la física Aristotélica prevalente por más de dos mil años.
Al surgir las ciencias positivas con su método matemático
experimental, se derrumba estruendosamente todo el edificio filosófico
Aristotélico, incluyendo la metafísica, quedando desbrozado el camino
para que en los siglos subsiguientes ganara criterio hegemónico las
denominadas ciencias de la naturaleza. El siglo de la arrogancia, como
ha sido catalogado el periplo del XIX, acogerá la tesis
omnicomprensica de Comte, de que todo lo que tenga que ver con la
lógica, metafísica o ideología, es una fantasmagoría vana y un sueño,
cuando no un absurdo.
El
positivismo entonces, recoge el legado de éstos siglos y extenderá
fatalmente el acta de defunción a la filosofía, elaborando las
piadosas fábulas que delinean el paso irreversible del conocimiento
religioso al filosófico y de éste al conocimiento científico, estadio
donde se anuda el pensamiento moderno y donde aflora la idea de
progreso ilimitado, de visión optimista del mundo, de itinerario
ascendente del hombre que pasa de la primitividad arcaica a la edad
madura de la supremacía de la razón.
Esa
interpretación optimista de la historia como superación de las
precariedades del pasado, coloca a la razón, como faro orientador de
la emancipación de las sombras y de las cadenas del pasado, tanto más
oscuro cuanto más lejano. Se inaugura con ello, una concepción
maniquea de la historia, que vincula al progreso con los pueblos
civilizados e ilustrados y al atraso con la servidumbre y la barbarie,
distancia que define y delimita el campo entre la "libertad" ilustrada
y la ignorancia de los salvajes, a los cuales no les espera otro
futuro más promisorio que el de desaparecer o ser absorbidos por la
fatalidad civilizatoria que no perdona las reliquias del ayer.
Teóricos como Condorcet, llegaron incluso a profetizar que se estaba
ante el advenimiento de la "décima era de la humanidad", en donde
todas las naciones tendrán que llegar al estado de civilización al que
han llegado los pueblos más ilustrados, los más libres: Los Franceses
y los Anglosajones.
Existen
diferentes maneras de caracterizar el positivismo, uno de ellos es el
llamado positivismo moderno, vinculado a la teoría verificacionista de
la ciencia, a la experimentación científica y a la unicidad de las
estructuras metodológicas, cuyos principios vectores característicos
son:
-
El Monismo metodológico, esto es, por sobre la diversidad de
construcciones problemáticas u objetos temáticos de la investigación
científica, existe la idea de unidad de método. En cuanto se refiere
a lo doctrinario, no es necesario que sea unívoco pero sí homogéneo.
-
El segundo principio, hace referencia a la consideración de que las
ciencias naturales exactas, en especial, la física y la matemática
se constituyen en el barómetro metodológico que mide el grado de
desarrollo y perfectibilidad de las demás disciplinas, incluidas las
llamadas ciencias humanas, sociales o ciencias del espíritu.
-
El tercer principio hace alusión a la explicación causal, la cual se
halla soportada en el carácter invariable de las leyes naturales,
que consiste más explícitamente, en la subsunción de casos
individuales para ser explicados bajo la impronta de las leyes
generales hipotéticas de la naturaleza. Esta postura causalista,
está atravesada por el afán predictivo, que consiste ante todo en
ver para prever, en mirar desde la atalaya de lo que ocurre al
horizonte de lo que ocurrirá. El trabajo científico queda
constreñido a las experiencias de laboratorio, con el fin de
descubrir las leyes causales que gobiernan el mundo, seguido por la
convicción dogmática de la universalidad y necesidad de las leyes
físicas, como categorías capaces de garantizar la infalibilidad del
conocimiento científico.
-
Un último principio, tiene que ver con el interés dominador que el
positivismo reivindica y que le es consubstancial a los intereses
que representa, si se comprende que esta variante epistémica, es
hija legítima de la sociedad moderna caracterizada por la
alucinación perversa de la utilidad del dinero y de la conversión
del hombre, en una herramienta de exactitud, de producción y de
intercambio.
El
positivismo niega la reflexión filosófica, la considera propia de
mentalidades atrasadas, primitivas, superadas por un espíritu
autosuficiente y progresista. No de otra manera se explica, que sea en
los países Europeos con clara vocación imperialista, donde emerja y se
desarrolle con más ahínco la doctrina positivista, como una doctrina
enteramente semejante a la situación del creyente respecto de los
dogmas inmaculados de la fe revelada. Los "hombres de ciencia", son
alérgicos a la filosofía, habituados solo a sorprender con un
conocimiento experimental y matemático.
Así planteado el problema epistemológico, en el positivismo no aparece
la dimensión social, ni su capacidad de dar a la práctica científica
una direccionalidad humana. Pero la verdad sea dicha, todo acto de
conocimiento por sutil que parezca, esconde una toma de posición que
importa una respuesta implícita al problema de la relación entre
conocimiento científico y conocimiento filosófico. De la solución, que
se le dé a esta relación emerge una concepción del hombre, del mundo,
de organización de la sociedad y, porque no, de una práxis política
liberatoria.
La Disciplina Contable como Gregaria del Positivismo
El
positivismo, en su amplia significación Comtiana, ha tenido como
pretensión ser el exponente de la hegemonía de la ciencia. La
contabilidad como disciplina, no ha estado exenta desde su génesis de
motivaciones positivistas. La teoría jurídico personalista de Cerboni
o, la teoría económica de Besta, no tienen cabal sentido sino dentro
de esa concepción monolítica del positivismo.
La
Escuela Toscana y la Dogmática Jurídico-Contable Giuseppe Cerboni,
principal representante de la escuela Toscana o jurídica
-personalista, en su Primi Saggi de Loismografía (1873), define a la
contabilidad como: "La doctrina de las responsabilidades jurídicas que
se establecen entre las personas que participan en la administración
del patrimonio de las empresas". Esta postura considera el
ordenamiento jurídico de las cuentas como objeto de conocimiento, en
donde los universos de representación y las formas simbolizar la
realidad transaccional, están reservadas con exclusividad a la
estructura lógico-matemática objetivada en la partida doble.
La
escuela jurídica personalista de Cerboni, estructura su carácter
legalista sobre la base de la contabilidad como medio de prueba. Este
espíritu reduccionista de la disciplina, hacia una especie de
dogmática jurídico-contable, imposibilita introducir variaciones o
correcciones es la esfera de las aplicaciones prácticas y de la
investigación contable. El desarrollo disciplinar, queda así,
subsumido en la "pureza" descriptiva de la información patrimonial del
comerciante, a cuyo tenor, un determinado hecho es imputable a la
norma, en virtud de la cual adquiere la estricta significación
contable.
La Escuela Económica y el del Controlismo de Fabio
Besta
Visto
el escenario desde la perspectiva temporal Braudeliana del largo plazo
o longee durée, puede decirse que, las condiciones político-económicas
derivadas de la primera revolución industrial, habían creado las
condiciones para la operacionalización de las modernas fuerzas
revolucionarias del capitalismo; esto es, la economía de exportación,
la gran ciudad metropolitana, el desarrollo de la industria
manufacturera, la expansión orgánica del Estado; circunstancias que
posibilitaron ejercer un flujo decisivo sobre la estructura
organizacional de la empresa, que empieza a instrumentar perfiles más
definidos, pues el derecho de propiedad –objeto de intervención de la
escuela legalista-, cede parte de sus poderes a los órganos
administrativos y de control de la información económica,
circunstancia que de forma inevitable define un nuevo rol de
intervención de la práctica contable, en tanto solo a través del
primado del control es posible la disminución de los niveles de
incertidumbre derivados de la velocidad con que cambian los
escenarios.
Como
queda consignado, la contabilidad tiene como propósito la construcción
de un saber utilizable técnicamente y, que además, se constituya en un
instrumento de racionalidad del gran capital, es decir, el soporte
técnico que permita cumplir con la ley inexorable de maximización de
utilidades a mínimo costo. Esta actitud dominante del paradigma del
control (como algunos lo han denominado), a que es arrastrado el saber
contable, excluye las dimensiones contradictorias de lo social,
olvidando la injerencia de los contextos en la modulación de los
sistemas contables.
Para
una disciplina como la contable, con una orientación inmediata hacia
la práctica, lo anterior es de meridiana importancia, sobre todo, en
lo que concierne a la utilización del saber, porque el valor de las
teorías no puede ser evaluado a expensas de sus referentes sociales.
El profesor Tua, al tratar de interpretar los postulados de Besta y la
vincularidad de la contabilidad con la economía de empresa, distingue
tres facetas en la administración hacendal: la gestión, la dirección y
el control, en donde la función contable debe estar centrada en el
control de la riqueza hacendal, colocando especial énfasis a la
naturaleza económica de la disciplina contable.
Como
síntesis conclusiva, Tua citando a Goxens Duch, trata en una apretada
síntesis de condensar el pensamiento Contista de Fabio Besta: "La
contabilidad desde el punto de vista teórico, estudia y enuncia las
leyes del control económico en las haciendas de cualquier clase, y
deduce las oportunas normas a seguir para que dicho control sea
verdaderamente eficaz, convincente y completo; desde el punto de vista
práctico, es la aplicación ordenada de estas normas a las distintas
haciendas".
De esta
forma se fue consolidando un estilo de quehacer contable, cuya
manipulación, dominio y control estará centralizado estratégicamente
en manos de quienes detentan las estructuras económicas a nivel
planetario. No de otra forma se explica, porqué la construcción de lo
disciplinar contable deslindó, de manera trágica, hacia la aberrante
consolidación de la exegética normativa de la aceptación generalizada,
fundamentalmente derivada de las crisis del sistema capitalista, en
especial del Norteamericano, que se presentan de manera recurrente
como inevitable.
Sin
duda en el contexto de la discusión sobre el encuadre del conocimiento
contable, desde el escenario positivista, académicos de la Universidad
de la Patagonia, argumentan:
¨La raíz histórica del desarrollo de la contabilidad a partir de la
escuela positivista y pragmática fundada en la doctrina anglosajona,
incidió notoriamente en el pensamiento contable, que se asumió
fundamentalmente – como un ¨saber hacer¨ (Know-how), es decir, como
una técnica. Primero ¨técnica registral¨, luego ¨técnica de medición
del valor¨ y por último ¨técnica de la información¨.
Esta
circunstancia dificultó el proceso de investigación, dado que, en
general, se acepta que la eficiencia de las técnicas – en el caso la
contable – se constate en el uso (una técnica es lícita, es válida en
función de ser utilizada) y la contabilidad se encuentra perfectamente
divulgada y justificada¨.
En el trasfondo analítico, puede observarse, que tanto la
postura que vincula a la contabilidad con la dogmática
jurídica-contable, como la que la adscribe al estudio de las leyes de
control económico - por tan solo citar dos ejemplos - están
congénitamente ligadas a concebir la "objetividad" contable como el
resultado de la lectura de su objeto de estudio desprendido de una
interpretación valorativa, homologando el precepto de las ciencias
físico-naturales en donde se tienen como supuestos epistemológicos la
objetividad y la neutralidad axiológica. El problema de los valores se
plantea para los contables, en el nivel de lo irracional, como una
"guerra entre diferentes dioses", y como lo dijera Max Weber, "sobre
esos dioses y luchas gobierna el destino, pero no por cierto la
ciencia".
Esta
visión instrumental, eminentemente positivista, acepta acríticamente
el destino manifiesto de la sociedad en que se vive, de donde se
desprende el carácter conservador y legitimador del orden social que
ha tenido la contabilidad desde sus propios orígenes como disciplina.
La Necesaria Revisión Conceptual del Entramado Contable
Al no
existir una matriz epistemológica para el desarrollo de un plan
inicial – siguiendo la concepción Lakatosiana de programas de
investigación - que diera continuidad a los miembros de un colectivo
disciplinario, la contabilidad como corpus conceptual se refugió
fatalmente en la instrumentalización de su practica, la cual fue
subsumida en la institucionalización de una normatividad compendiada
en una serie de directrices convencionales denominadas principios de
contabilidad generalmente aceptados, cuya forma de "legitimación", se
ejecuta con la autorización casi coercitiva de un organismo regulador,
que por arte de magia adquiere la potestad omnicomprensiva de dictar
estándares pragmáticos, depredadores de cualquier inquietud valorativa
de construcción teórica. En este sentido, entonces,
El
sistema de normalización contable es un rasgo del sistema económico
occidental, que adquiere carácter operativo profesional a nivel
internacional mediante la IASC (Comisión de Normas Internacionales de
Contabilidad), y a nivel del continente latinoamericano a través de la
AIC (Comisión Interamericana de Contabilidad ) .
Las
transformaciones que se han producido y que con mayor velocidad se
están produciendo en el mundo contemporáneo, colocan en evidencias las
notables limitaciones de la perspectiva positivista. Las profundas
mutaciones del poder mundial referidas a: la revolución tecnológica de
la información, la mundialización económica, una vasta revolución
teórica, la automatización del capital, etc., son indicios suficientes
para renovar el arsenal teórico contable, que permita enfrentar el
tipo de problemas planteados y las formas de organizar las respuestas,
en correspondencia con las tendencias de cambio de la sociedad del
futuro, para lo cual es un imperativo reconstruir los supuestos
epistemológicos y organizativos de la disciplina contable.
La Normalización Contable: Otra Visión Gregarista y
Subalterna del Positivismo
Esta
regulación, cuya pretensión reside en la uniformización de los
estándares contables, ha sido clasificada por algunos autores, en tres
supuestos "subprogramas de investigación", que coinciden precisamente
con los periodos coyunturales de crisis de la economía capitalista,
hoy sutilmente denominada economía de mercado:
-
"Subprograma" de Aceptación generalisada (1917-1959).
-
"Subprograma" Lógico ( 1959 –1973 ).
-
"Subprograma" Teleológico ( 1973 – en adelante).
En toda
esta construcción normativa existe un denominador común y es el
insoslayable reduccionismo mecanicista al empiropositivismo, que niega
que la actividad cognoscitiva sea estructuralmente metódica, y que
ésta estructuración solo será entendida en la medida que dé paso a la
innovación, a la emergencia de caminos no sospechados, precisamente
porque ella no sigue un camino rectilíneo ni una dirección inercial.
El
primer pretendido "subprograma" de aceptación generalizada, que
trabajó los fermentos de la normatividad contable, comete el pecado
origina de tomar en consideración casi exclusivamente, como referentes
empíricos, hechos comunes de la realidad económico-financiera,
definiéndolos como los únicos, seguros y dignos de la interpretación
normativa, cuya guía no puede ser otra que la cuestionada metodología
empiroinductivista. De esta manera se produce, desde el comienzo de la
postulación de los principios, una evaluación ingenua que tiene como
colofón la superficialidad de los resultados.
¨La
concepción ideológica de esta primera etapa puede resumirse en una
frase G.O. May, presidente del Special Committe on Cooperation with
the Stock Exchange: ¨Las reglas de la contabilidad son el producto de
la experiencia, más que de la lógica¨. Con ello, el subprograma de
búsqueda se caracteriza porque el respaldo de una determinada norma
radica en el hecho de ser comúnmente practicada. Dicho de otro modo,
la aceptación generalizada se apoya en la creencia de que debe seguir
practicándose lo que se practica, con lo que el principio contable se
sustenta en el hecho de ser compartido, circunstancia que asegura que
será entendido e, incluso, exigido por el usuario, con lo que su
utilización se hace deseable¨.
Un
criterio que se generalice, desde el plano de las apariencias, sin
lograr discernir las esencias de los hechos, de los fenómenos y de los
contextos, permanecerá en el plano de la especulación y del saber
aparente. Como en su etapa primigenia de la aceptación generalizada,
los contextos son excluidos y no tienen ninguna significación, el
marco referencial que guía la estructuración de los principios
contables, se construye a partir del status quo de la práctica, en tal
sentido la construcción disciplinar, queda minusválida y expósita a no
aprehender de la historicidad y a no dar sentido y orientación a la
cualificación científica de la contabilidad.
El
segundo "subprograma" denominado lógico, surge como subsidiario del
primero que había entrado en colapso, en tanto no había cumplido los
propósitos, entre los cuales merece mencionarse, la uniformidad en la
consolidación de la información financiera; la falta de respuestas a
las intrincadas necesidades y problemáticas del mundo especulativo de
las finanzas; amén de la tardía pretensión de hallar un núcleo
racional conceptual, desde el cual, realizar la construcción de los
estándares contables, tratando de imponer desde el trasfondo la
insólita creencia, que solo es válido el conocimiento técnicamente
utilizable.
Aún
cuando esta última pretensión es loable, no por ello deja de ser una
ilusión nacida de las entrañas propias de organismos cuyo primado, nos
es precisamente dedicarse al trabajo analítico y exploratorio de las
conexiones entre las categorías más abstractas (conceptos) y su
contrastación rigurosa con el material empírico construido -a la
usanza Popperiana – para su falsación.
Dentro
de la pretensión de hallar un núcleo conceptual racional, para desde
ese presupuesto proyectar la reconfiguración de la normatividad
contable, se incurre en otra precariedad metodológica: creer que las
bases científicas de las disciplinas se construyen a través de
consensos políticos, en razón de adhesiones gremiales o profesionales.
No, la ciencia no juega a la obtención de mayorías. Los marcos
conceptuales para abordar nuevos campos de investigación, solo pueden
generarse en el interior de una tradición de práctica científica, cuyo
escenario de legitimación son las comunidades científicas, donde se
formulan los problemas y se intentan soluciones; que desde su carácter
predictivo, pueden conducir a nuevas reelaboraciones, nuevas
significaciones y formas de significar.
En este
sentido, hacia 1959, el AICPA, organismo regulador Norteamericano crea
el A.P.B., el cual "estuvo constituido por un grupo de dieciocho
expertos procedentes de diversos sectores, en un claro intento de que
la emisión de las normas se sustentara en la más amplia
representatividad posible". Es decir, se sustituye la rigurosidad
conceptual, que sugiere competencia y decantación científica, por
niveles de representación gremial.
Se
desconoce de plano, entonces, que el dominio confiable de sistemas de
información como el contable, necesitan ser entendidas en su relación
con los métodos y procedimientos, los cuales además son una derivación
de supuestos teóricos, metodológicos y epistemológicos.
El trabajo que sustenta esta propuesta lógica de apariencia
teórico-formal, queda consignada en las elaboraciones de Moonitz y
Sprouse y Moonitz, cuyo itinerario metodológico pretende estar
soportado, en una mal entendida heurística positiva, que no conduce a
la elaboración de un marco teórico fuerte que sustente los principios,
sino por el contrario en una jerarquización de conceptos ordenados en
catorce postulados, que a su vez se agrupan en tres categorías: la del
entorno económico de la contabilidad, el ámbito de la disciplina y los
imperativos; atalaya desde la cual se vislumbra la construcción de los
principios y finalmente el cuerpo de normas que regirán el sistema
fundamentalmente de la contabilidad financiera. El maestro Rafael
franco ha advertido en su análisis, refiriéndose a este itinerario
metodológico,
"Es una
ilusión de transparencia en palabras de Bachelard. La apariencia del
modelo hipotético deductivo ha dado para que muchos autores
interpreten y generen en los investigadores la ilusión de haber
logrado en la historia del pensamiento contable desarrollar programas
de investigación con la aplicación de métodos deductivos,
constituyentes de prestigio en la historia del conocimiento. Sin
embargo cuando se toman estos modelos aparentemente hipotético
deductivos y se someten a la crítica hermenéutica, se encuentra el
verdadero método de construcción, el modelo no se construyó de arriba
hacia abajo, se hizo de abajo hacia arriba, es decir la observación,
la creación de clasificaciones y finalmente la justificación de las
prácticas, no aparece allí una formulación desde los conceptos de la
lógica o de la sicología que pueda considerarse como hipotético
deductiva. Es un modelo pragmático al cual se le construyó un corpus
justificatorio que está muy lejos de ser un corpus de conocimiento
científico".
Ciertamente se trató de un intento, que descarta todo análisis desde
la racionalidad científica y, más bien, se pretende construir una
herramienta normativa justificatoria de las formas de organización de
la sociedad capitalista, en donde se trata de hacer de la contabilidad
una disciplina anodina proclive a la dinámica vertiginosa del cambio
del escenario global.
En esta
misma dirección aparece el tercer "subprograma" denominado
teleológico, el cual emerge como una nueva alternativa frente a la
fallida uniformidad, que debería surgir con ocasión del sustrato
"teórico" del "subprograma" lógico. El propósito central de este nuevo
entuerto, reside en derivar estándares contables a partir de observar
los objetivos de la información financiera, es decir, los objetivos de
la información financiera deben tener un criterio teleológico, esto
es, proveer de utilidad a la información para la toma de decisiones,
especialmente la relacionada con la protección de la inversión
bursátil. Esta visión teleologisante de la contabilidad, determina un
progresivo debilitamiento de enfoques teóricos y metodológicos, que
instala un cierto pesimismo sobre el futuro de la disciplina.
De otro
lado, es necesario develar que este "subprograma" nace, en el
escenario de un nuevo entorno económico, que tiene como soporte la
hegemonía del fundamentalismo dogmático del pensamiento único
neoliberal, en donde se gesta un nuevo patrón de acumulación, que al
decir de Gorostiaga, "ésta concentración es más intensa y monopólica
que las otras formas de capital aumentando la brecha entre el norte y
el sur. La repercusión de este fenómeno ha llevado a una
desmaterialización creciente de la producción donde cada vez se
requieren menos materias primas por unidad de producto".
Aparece
el mercado como fuente suprema de toda autoridad, como herramienta
eficaz para la regulación de las funciones económicas, políticas y
sociales de los Estados, independiente de sus condiciones de asimetría
estructural y de su heterogeneidad identitaria. En ese sentido, el
proceso normalizador contable, no escapa a esta ola que recorre el
mundo como una nueva peste apocalíptica, en tanto como lo argumenta
Tricker, "la contabilidad depende de la ideología y de las costumbres
sociales, siendo en definitiva, el resultado del entorno cultural
dominante".
Este es
uno de los preceptos que encuentran los neoliberales, para justificar
la metamorfosis necesaria a que se ve abocado el capitalismo para dar
respuesta a las nuevas situaciones de crisis a que se ve enfrentada
esta sociedad de fin y comienzos de milenios. Crisis que tienen su más
significativo correlato hacia 1973, periplo caracterizado por una gran
recesión económica, con altas tasas de inflación y bajas tasas de
crecimiento y, donde lo contable debe atemperarse, a las nuevas formas
de productividad y competitividad, que entre otros aspectos básicos,
tienen que ver con la capacidad procesar información en un mercado de
la turbulencia financiera y de la automatización del capital.
Otra
controversia que parece marcar el desarrollo disciplinar contable,
está referido a la oposición entre la consolidación de una teoría
general para la contabilidad y la praxis de las aplicaciones
contables. Esta dicotomía tiene como trasfondo, una concepción de
teoría como dominio separado, cuyo fin se agota en si misma, y de las
aplicaciones y sistemas contables como manipulación técnica de los
datos. Entre el fetichismo de lo conceptual y el fetichismo de las
aplicaciones prácticas, existe una característica común: la arbitraria
separación excluyente entre teoría y praxis.
Como
corolario puede decirse entonces que, toda investigación que se
reclame como coherente y busque superar la superficialidad de la mera
especulación o copia impresionista de la realidad, en donde como lo
plantea Bachelard, se pase del "Estado concreto, en el que el espíritu
se recrea con las primeras imágenes del fenómeno y se apoya sobre una
literatura filosófica que glorifica la naturaleza y que, extrañamente,
canta al mismo tiempo a la unidad del mundo y a la diversidad de las
cosas", a un "estado abstracto, en el que el espíritu emprende
informaciones voluntariamente substraídas a la intuición del espacio
real, voluntariamente desligadas de la experiencia inmediata y hasta
polemizando abiertamente con la realidad básica, siempre impura,
siempre informe", debe necesariamente utilizar las categorías teóricas
y los referentes empíricos. En este sentido todo proceso de
investigación es al mismo tiempo un proceso teórico y empírico, en
tanto la teoría sin datos que la apoyen es vacía, inocua, especulativa
y, los datos sin una teoría que alumbre su camino, serían
completamente estériles, opacos y carentes de interés.
Solo
asumiendo con responsabilidad, el desarrollo disciplinar desde el
horizonte de la construcción y consolidación de comunidad académica,
se podrá superar esa visión menestral que se nos ha asignado a los
contables como gregarios de un conocimiento práctico y tecnicista,
marcados con estereotipos como la descripción hecha por un contador
Norteamericano, que decía:
"El contador público es un hombre que ha pasado de edad mediana,
enjuto, arrugado, inteligente, frío, pasivo, sin compromiso con nadie,
con ojos de bacalao, cortés en sus relaciones, pero al mismo tiempo
insensible, calmoso, abominablemente compuesto a la manera de un poste
de concreto o una argamasa de hierro fundido. Una petrificación humana
con un corazón de feldespato y sin adarme siquiera del germen de la
amistad; sin tripas y sin pasión o sentido del humor. Afortunadamente,
nunca se reproducen y todos ellos van a parar al infierno".
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